Durante los últimos años he trabajado en mejorar mis hábitos. No ha sido un cambio repentino, sino algo que he ido construyendo poco a poco desde 2020. Solamente este año, del 1 de enero al 8 de octubre, he logrado:
- Meditar 140 días
- Hacer ejercicios de respiración 232 días
- Hacer cardio o pesas 204 días
Y estos hábitos se han mantenido por 5 años ya. No son récords, pero lo importante no son los números. Lo interesante es que lo que realmente he desarrollado no es solo mi salud o mi condición física, sino algo más valioso: la habilidad de ser constante con lo que me propongo.
A lo largo de este proceso, he identificado algunas reglas que me han ayudado a mantener la consistencia. No son verdades universales, solo cosas que me han funcionado. Pero quizás puedan servirte si estás intentando construir mejores hábitos.
1. Escoge bien tus metas (sí, suena obvio… pero es clave)
La mayoría de nosotros queremos mejorar en todo: comer bien, hacer ejercicio, meditar, levantarnos temprano, hacer yoga, leer más, dormir mejor, etc. El problema es que intentar cambiarlo todo a la vez suele terminar en frustración.
Ser “celoso con tu tiempo” es fundamental. Escoge una o dos metas que realmente importen y construye alrededor de ellas. Empieza con un solo hábito que te acerque a ese objetivo, mantenlo durante semanas o meses, y solo cuando sea parte de tu rutina, añade otro.
La consistencia se construye lentamente, no intensamente. Quien quiere hacerlo todo de golpe termina haciendo poco. Pero quien avanza paso a paso, termina avanzando más lejos.
2. La disciplina empieza cuando apagas el cerebro
Este ha sido el mayor cambio en mi manera de pensar. La forma más sencilla de ser disciplinado es dejar de decidir.
No te preguntes cada mañana si vas a ir al gimnasio. Simplemente ve. El error está en tratar los hábitos como una elección diaria; mientras lo hagas, siempre existirá la posibilidad de no hacerlo.
Llega un punto en que ciertas cosas dejan de ser opcionales: son parte de quién eres. Como dice Eliud Kipchoge, “solo los disciplinados son realmente libres.” Si no tienes disciplina, eres esclavo de tu humor y tus emociones. No hacer ejercicio porque estás cansado no es libertad, es obedecerle a tus excusas.
3. Piensa en años, no en días
La consistencia no se mide en semanas. Los resultados tardan, pero se acumulan. Un día parece no hacer diferencia, pero cien sí.
El reto de los hábitos no está en la dificultad, sino en la responsabilidad personal. Ya no hay nadie recordándote que hagas la tarea. Nadie te va a preguntar si meditaste o si comiste bien hoy. La única persona que puede exigirte mejorar eres tú.
Y mientras sigas poniendo excusas, solo te estarás engañando.
Con el tiempo entendí que los hábitos no son un fin, sino un medio. No se trata de hacer más cosas, sino de construir la capacidad de mantenerte firme en lo que te propongas. Esa habilidad —la consistencia— vale más que cualquier otro resultado.
Porque una vez que aprendes a ser constante, puedes aplicar esa disciplina a cualquier cosa que elijas. Y ahí es donde empieza el verdadero cambio.
Descarga Pausa, una herramienta para respirar; es un excelente acompañamiento a tu camino en la creación de hábitos.